viernes, 22 de enero de 2010

Construcciones

Esperate un ratingo. Yo te voy a decir cómo fue la cosa.

La tierra comenzó a temblar en muchas partes. Primero fue en lugares conocidos por tener movimientos telúricos con alguna regularidad, pero pronto también sucedió en zonas donde los sismos eran una novedad. Pobladores de varias islas habían sucumbido por el furor de la naturaleza y fue entonces cuando un grupo de científicos alertó a la humanidad entera que se venían terremotos de grandes magnitudes que destruirían gran parte del globo terráqueo.

La verdad es que muchos escépticos cambiaron de idea cuando el desastre llegó en el momento menos esperado.

Casi un siglo después, un grupo de exploradores descubrió los restos de la civilización "pre-sismo" que había habitado en San Bartolomé. La noticia atrajo a muchos investigadores que emprendieron la emocionante tarea de develar los misterios de una cultura desaparecida.

Entre los rasgos culturales de la sociedad San Bartolomeña destacaban los códigos de conducta que habían caracterizado a sus ciudadanos. Esta gente respetaba la naturaleza y a sus semejantes. Su comportamiento se destacaba porque nunca echaban basura en los canales de drenaje construidos a cielo abierto; nunca escupían en el piso, y nunca aprovecharon los numerosos rinconcitos oscuros de sus calles para depositar sus desechos biológicos.

Entre las ruinas, los arquélogos encontraron las pruebas contundentes de estas conductas. En los restos de muros derruidos habían unos letreros que, una vez traducidos, significaban: “No echar basura”, “No escupir en el piso”, “Prohibido orinar aquí”...

¿Qué fue? ... ¡No me mirés así!

¿Ahora entendés qué pienso sobre aquello de “Ama sua”, “Ama llulla” y “Ama qhella”?

viernes, 1 de enero de 2010

Una nueva oportunidad

Podríamos decir que el inicio de un nuevo año no es nada más que una convención humana en el uso del calendario, sin embargo no podemos negar que la conclusión de un periodo y el inicio de otro produce en nosotros por lo menos una ligera renovación de nuestras esperanzas.
Pareciera que la noche del 31 de Diciembre se cerrara irremediablemente un libro, y el 1 de Enero se abriera otro para establecer una cuenta nueva con la vida.
No importa cómo hayamos terminado el año viejo, siempre esperamos que el nuevo sea mejor.
Nunca viene mal algo de optimismo, especialmente en tiempos como los que nos toca vivir.
Vale la pena mirar las páginas blancas de nuestra vida que esperan ser escritas.
Es bueno saber que tenemos oportunidad de hacer mejor las cosas.
No esperemos mañana para comenzar a transitar el camino de metas nuevas.
Hagamos en este 2010 lo que no hicimos hasta ahora en la vida.
Algún día notaremos la diferencia si desde hoy emprendemos las decisiones que tomamos anoche.
¡Hagamos que valga la pena haber vivido hasta hoy!