viernes, 14 de mayo de 2010

Cuando la duda no es un beneficio

Otorgar a alguien el beneficio de la duda significa permitirle el derecho que sus acciones y el tiempo eliminen las sombras de desconfianza.
En el caso del nuevo Defensor del Pueblo, Rolando Villena, las dudas que se han levantado sobre su relación con el gobierno y lo que podría caracterizar el desempeño de sus funciones está lejos de constituir un beneficio, tanto para él como para los ciudadanos de este país.
Villena, tenía una trayectoria que mayormente estuvo alineada con la defensa de los derechos humanos, hasta que asumió como presidente de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, donde su actuación fue contemplativa frente a las acciones del gobierno en casos de alto perfil, como los enfrentamientos de Porvenir en Pando, la matanza en el Hotel Las Américas y el denominado "caso terrorismo".
Como si eso no fuera suficiente, el órgano legislativo de mayoría oficialista se encargó de sembrar mayores dudas en el proceso de su elección.
Para terminar de ponerle un marbete, el Vicepresidente y el Presidente del "Estado Plurinacional" le dieron un encargo explícito el día de su posesión: defender al gobierno.
Si se tratara de otra cosa, sería más fácil otorgarle el beneficio de la duda y darle la oportunidad que demuestre que actuará de acuerdo al espíritu constitucional de su cargo. Lamentablemente, por lo visto hasta ahora, para él y para nosotros resulta muy difícil comenzar una gestión tan salpicada de dudas.