miércoles, 21 de noviembre de 2012

El Estado Plurinacional y sus creencias

Hay dos aspectos que el gobierno decidió “invisibilizar” en este Censo Nacional de Población y Vivienda: la condición de mestizo y la confesión religiosa de los habitantes de este país.

Sobre lo primero, oportunamente se ha debatido y escrito mucho, aunque sin lograr que se incluya la opción de mestizo en la boleta de empadronamiento.

En cuanto a la confesión religiosa, lastimosamente no se ha hablado lo suficiente. Para eliminar toda posibilidad de incluir esa pregunta bastó el pueril argumento gubernamental que Bolivia es un “Estado laico”, y que el aspecto religioso de los ciudadanos no es relevante para establecer políticas públicas.

A estas alturas, a pesar de estar consumado el censo, vale la pena dejar constancia de dos cosas:

Primero: No es cierto que en Bolivia el Estado sea independiente de la religión, como dice el Art. 4 de la Constitución. Lo podemos demostrar de manera fehaciente, como lo hicimos durante el proceso de discusión y aprobación de la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional, de manera documentada. Desde el mismo preámbulo, el texto Constitucional está plagado de referencias que vinculan de manera intrincada al Estado con las creencias y espiritualidades ancestrales, en detrimento de otras creencias y confesiones religiosas.

En otras palabras, se quitó a la Iglesia Católica como religión oficial, pero se la sustituyó con las creencias ancestrales, predominantemente andinas.

Segundo. No es cierto que en Bolivia el tema religioso sea irrelevante para establecer políticas públicas. La prueba más clara es que este gobierno está legislando a partir de creencias espirituales ancestrales andinas, mediante la Ley Nº 71 de “Derechos de la Madre Tierra” y la Ley Nº 300 “Ley Marco de la Madre Tierra y Desarrollo Integral para Vivir Bien”.

El artículo 3 de la Ley 71 dice: “La Madre Tierra es el sistema viviente dinámico conformado por la comunidad indivisible de todos los sistemas de vida y los seres vivos, interrelacionados, interdependientes y complementarios, que comparten un destino común.
La Madre Tierra es considerada sagrada, desde las cosmovisiones de las naciones y pueblos indígena originario campesinos”.

El artículo 5 de la Ley 300, señala: “(DEFINICIONES). A los efectos de la presente Ley se entiende por:
1. Madre Tierra. Es el sistema viviente dinámico conformado por la comunidad indivisible de todos los sistemas de vida y los seres vivos, interrelacionados, interdependientes y complementarios, que comparten un destino común. La Madre Tierra es considerada sagrada; alimenta y es el hogar que contiene, sostiene y reproduce a todos los seres vivos, los ecosistemas, la biodiversidad, las sociedades orgánicas y los individuos que la componen”

Considerar a la tierra como “madre” y “sagrada” es una concepción animista, por tanto religiosa; y a partir de esa cosmovisión se está legislando sobre aspectos productivos, de tierra, territorio, agricultura, ganadería, hidrocarburos, inversión, seguridad alimentaria, etc.

Cuando uno lee que entre los “Valores del vivir bien” está: “Saber Danzar. Vivir Bien, es danzar en gratitud a la Madre Tierra y en celebración de la comunidad y armonía entre las personas donde se manifiesta la dimensión espiritual y energética” (Art. 6, inciso 3 de la Ley 300), tiene que llegar a la conclusión que no se está hilando fino al afirmar que en Bolivia se hacen políticas públicas a partir de creencias religiosas ancestrales andinas, en forma excluyente.

Saber en qué creen lo bolivianos hubiera sido muy saludable. Lamentablemente se perdió esa oportunidad y las consecuencias trascienden lo estrictamente religioso, porque afectan todas las áreas de la vida de creyentes y no creyentes.
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Napoleón Ardaya es periodista, mestizo y cristiano