jueves, 18 de junio de 2015

¿Por qué se pone tan nervioso el gobierno?

El sacerdote católico Mateo Bautista propone que los presupuestos de salud de los gobiernos central, departamental y municipal destinen un mínimo del 10% para la salud.

Inmediatamente salta la respuesta iracunda del gobierno nacional, primero a través de voceros cuyas competencias no tienen nada que ver con el presupuesto ni con la salud; después por medio de los "quinta-columnistas" que usando las redes sociales pretenden descalificar al religioso; y finalmente el propio Presidente con palabras y tonos desmedidos.

Si, como dice el gobierno, el promotor de la campaña por mayor presupuesto para la salud está equivocado en los porcentajes, uno se pregunta ¿Por qué tanta agresividad desde las esferas del poder? ¿Por qué tanto afán de degenerar el debate hasta el despreciable ataque personal? ¿No sería suficiente con una serena explicación técnica?

Me cae muy bien don Mateo Bautista. En Santa Cruz sabemos de la credibilidad que goza en su permanente lucha por ayudar a los enfermos y lo respetamos. Supongo que ni en su momento de mayor pesimismo -si es que los tiene- hubiera imaginado recibir ataques tan arteros y bajos.

¿Cómo es que un cura católico, sin otra militancia que su fe y su deseo de ayudar a los enfermos, ha puesto tan nervioso a un gobierno?

Tengo la impresión que, mientras el régimen gobernante nos distrae con la discusión de porcentajes respecto a variables diferentes (PIB/TGE) y los insultos groseros en contra del sacerdote, aquí se está generando una cortina de humo para tapar otras cosas.

Para mencionar solo un ejemplo, ¿Quién dice algo sobre la develación de entretelones corruptos en el caso del ciudadano peruano Martín Belaunde Lossio, que apunta a gente de altas esferas del poder?





sábado, 4 de abril de 2015

Los programas de gobierno a la hora de la verdad



Una de las características de la campaña electoral recién pasada, aunque no exclusiva de ella porque también estuvo presente en procesos anteriores, es la inconsistencia de los programas de gobierno.

Las organizaciones de intermediación política, llámense partidos o agrupaciones ciudadanas, tienen la obligación de presentar sus programas de gobierno al Tribunal Electoral en plazos establecidos en un calendario.

La constatación demuestra que los planes presentados por la mayoría de las candidaturas solo responden a la urgencia de cumplir con ese requisito legal. Ya durante la campaña, la oferta electoral es diferente, porque es reactiva a los temas coyunturales emergentes de la cotidianidad o de las ofertas del contendor que parecen obtener buena respuesta del electorado.

Así por ejemplo, en la campaña municipal de Santa Cruz de la Sierra, si bien se mencionaba esporádicamente el problema del recojo de basura, no se escucharon propuestas serias de políticas públicas sobre el tratamiento de residuos sólidos hasta que se produjo el bloqueo de vecinos que pedían el traslado del vertedero. En ese momento todas las candidaturas incorporaron el tema a su discurso, pero lo hicieron como respuesta a un hecho puntual sin abordar soluciones estructurales de largo plazo.

Ahora, con los resultados conocidos, quizá sea el tiempo de estructurar realmente un programa de gobierno visionario y consistente.

En el caso de Santa Cruz de la Sierra, hay previsiones estadísticas que nos hablan de que al año 2020 duplicaremos nuestra actual población. Si con dos millones de habitantes tenemos una ciudad sumergida en el desorden y con muchos problemas no resueltos, es fácil imaginar lo que pasará si las tendencias se mantienen.

Es necesario que el liderazgo visionario se haga ver con propuestas que generen políticas públicas sostenibles en el tiempo, con un impacto de transformación positiva para nuestra sociedad.

Los programas registrados en el Tribunal Electoral y los presentados a la población durante la campaña son diferentes. Lo único que tienen en común es que fueron elaborados para responder a encuestas de percepción y a urgencias de algunos sectores, pero no a una visión estructural para los próximos 20 años.

Es hora que los servidores públicos electos dejen de pensar en función de campaña y reproducción del poder, y asuman la responsabilidad histórica de ser los constructores del futuro. Estamos en un punto de inflexión muy importante y no hay lugar para el aplazo.

viernes, 20 de marzo de 2015

Huele a podrido



Santa Cruz de la Sierra, la otrora ciudad “bajo el cielo más puro de América” huele a podrido.

Hace pocas horas se levantó el bloqueo que vecinos de la zona del vertedero de basura realizaron durante cuatro días pidiendo el traslado del mismo. Esta medida de presión hizo que por igual cantidad de días los desechos sólidos se acumulen en las calles, plazas, mercados y hospitales de la urbe cruceña haciendo que la fetidez se apodere de esta, con los consiguientes riesgos para la salud pública.

Pero más allá de la afirmación literal constatable, la condición en la que quedó la ciudad sirve como una metáfora para ilustrar el evidente grado de descomposición social, política, y valórica que experimenta.

Santa Cruz de la Sierra huele a podrido porque desde que se estableció el vertedero ninguna autoridad municipal hizo absolutamente nada por evitar los asentamientos humanos alrededor de él, ni en esta ni en las anteriores administraciones. Ante esa lenidad, el problema hoy ha llegado a tener proporciones que pudieron ser evitadas.

Santa Cruz de la Sierra huele a podrido porque muchos de los políticos encumbrados en el poder municipal desde hace muchos años, hicieron demagogia promoviendo “loteamientos” en zonas prohibidas, como la de Normandía, para después tratar de legalizar esas irregularidades por medio de ordenanzas bastardas.

Santa Cruz de la Sierra huele a podrido porque el poder político usa las instituciones del Estado para sus fines estrictamente partidarios. En el caso que nos ocupa la policía no actuó desde el principio del conflicto, como lo manda la ley, para garantizar el derecho constitucional de libre circulación, simplemente porque una diputada oficialista estaba detrás del conflicto, y había que mostrar lealtad con el poder político nacional.

Santa Cruz de la Sierra huele a podrido porque ahora pesa más la presión que la racionalidad. Vivimos en un escenario de anomia total, no por ausencia de norma sino por incumplimiento de la misma, donde el sector que presione más logra que las autoridades terminen cediendo por muy irracionales que sean sus demandas.

Santa Cruz de la Sierra huele a podrido por que ha perdido toda capacidad de planificación, de la que nos enorgullecimos en algún momento. Hoy reina la improvisación y las soluciones “parche”, muy a tono con los tiempos de populismo.

Santa Cruz de la Sierra huele a podrido porque el valor de la vida del ser humano ha perdido todo sentido. Ni a gobernantes ni a gobernados les importa el bien mayor de la vida y la salud pública, de tal modo que por intereses mezquinos son capaces de ponerlas en riesgo en plena época epidemias que generan emergencias.

Santa Cruz de la Sierra huele a podrido porque vos y yo somos indiferentes. Protestamos en las redes sociales pero no hacemos nada por crear una demanda política que logre la cualificación de los actores políticos. El carisma y la prebenda siguen recibiendo mayor respaldo en las urnas que la visión de ciudad, el proyecto y la cualidad moral del político.

Santa Cruz de la Sierra huele a podrido, y vos y yo tenemos la responsabilidad ciudadana de hacer algo para que las cosas cambien.
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Napoleón Ardaya Borja es periodista y escritor. Vicepresidente de PEN Santa Cruz.