Quiero referirme a las repuestas que usted dio
a los periodistas en el almuerzo del Consejo Interamericano de Comercio y
Producción, en Buenos Aires, en cuanto a la reelección en Bolivia.
Elijo considerar sus declaraciones en ese
evento, porque se supone que tuvo tiempo de pensar sobre lo que hizo en Bolivia
y ordenar sus ideas para contestar, por tanto, nada de lo expresado allí puede tomarse
como una equivocación cometida por descuido.
Cuando Rubén Rabanal, Editor en Jefe de Ámbito
Financiero, le preguntó su posición sobre la reelección en Bolivia, usted
argumentó temas institucionales, como el “fallo de la Corte Suprema de
Bolivia”.
Primero, habrá que ilustrarle que el Tribunal
Supremo de Justicia de Bolivia, antes Corte Suprema, jamás emitió ningún fallo
sobre el particular, porque no le corresponde. No me diga que fue un lapsus
porque lo repitió varias veces, por tanto, lo suyo es ignorancia supina.
Segundo, quien sí se pronunció fue el Tribunal
Constitucional Plurinacional a través de la sentencia 0084/2017, pero lo hizo
arrogándose competencias que no posee porque no es un poder constituyente. Además,
usó la falsa premisa de que la reelección es un “derecho humano”, sacando de
contexto el artículo 23 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Como
usted sabe, la Comisión de Venecia en su Informe sobre Límites a la Reelección
ha expresado que esta, es decir la reelección, “no es un derecho humano”, de
manera que la legitimidad de aquella sentencia es espuria.
Tercero, en su tuit del 22 de septiembre de
2017, además de pedirle a Evo Morales que respete la decisión popular que dijo
NO a la reelección, usted afirma “Ningún juez puede levantar el dictamen del
único soberano: el pueblo”. Si ahora pretende fundamentar su nueva perspectiva
en un “fallo”, es por demás evidente que usted sí ha cambiado de posición.
Negarlo es insultar nuestra inteligencia.
También usted se refirió a “antecedentes” y citó
los casos de Oscar Arias en Costa Rica, Juan Orlando Hernández en Honduras y
Daniel Ortega en Nicaragua. Hay pues una enorme diferencia con el de Bolivia:
aquí hubo un referéndum, donde el pueblo consultado dijo rotundamente NO, cosa
que no sucedió en los países que usted menciona. ¿Se entiende?
Cuando la periodista Natasha Niebieskikwiat del
grupo Clarín le pidió su opinión sobre la posición de Alberto Fernández y
Cristina Fernández de Kirchner en torno a Venezuela, usted se excusó diciendo
“estaría contestando en términos de campaña electoral, definitivamente no es mi
propósito y no lo voy a hacer”. Suena bien, pero uno se pregunta ¿por qué
entonces vino a Bolivia a participar de eventos con un claro sentido de campaña
electoral en favor del inconstitucional candidato?
No voy a extenderme con otros detalles, como
sus gratuitos agravios a los ciudadanos que pedimos que se cumpla la
Constitución de nuestro país y se respete el resultado del referéndum del 21 de
febrero de 2016.
Queda demostrado que usted no solamente cambió
su posición de la manera más grosera, sino que, además, lo que dice difiere de
lo que hace. Incoherencia le llaman y es imperdonable en alguien que ostenta su
cargo.
Espero que no se moleste por hablarle
directamente por su apellido. Es que no me alcanzó para llamarle “señor”.
“Señor” era mi padre, que mantenía su palabra, aún cuando esta jugara en su
contra.