Una de las características de la
campaña electoral recién pasada, aunque no exclusiva de ella porque también
estuvo presente en procesos anteriores, es la inconsistencia de los programas
de gobierno.
Las organizaciones de intermediación
política, llámense partidos o agrupaciones ciudadanas, tienen la obligación de
presentar sus programas de gobierno al Tribunal Electoral en plazos
establecidos en un calendario.
La constatación demuestra que los
planes presentados por la mayoría de las candidaturas solo responden a la
urgencia de cumplir con ese requisito legal. Ya durante la campaña, la oferta
electoral es diferente, porque es reactiva a los temas coyunturales emergentes
de la cotidianidad o de las ofertas del contendor que parecen obtener buena
respuesta del electorado.
Así por ejemplo, en la campaña
municipal de Santa Cruz de la Sierra, si bien se mencionaba esporádicamente el
problema del recojo de basura, no se escucharon propuestas serias de políticas
públicas sobre el tratamiento de residuos sólidos hasta que se produjo el
bloqueo de vecinos que pedían el traslado del vertedero. En ese momento todas
las candidaturas incorporaron el tema a su discurso, pero lo hicieron como
respuesta a un hecho puntual sin abordar soluciones estructurales de largo
plazo.
Ahora, con los resultados
conocidos, quizá sea el tiempo de estructurar realmente un programa de gobierno
visionario y consistente.
En el caso de Santa Cruz de la
Sierra, hay previsiones estadísticas que nos hablan de que al año 2020
duplicaremos nuestra actual población. Si con dos millones de habitantes
tenemos una ciudad sumergida en el desorden y con muchos problemas no
resueltos, es fácil imaginar lo que pasará si las tendencias se mantienen.
Es necesario que el liderazgo
visionario se haga ver con propuestas que generen políticas públicas sostenibles
en el tiempo, con un impacto de transformación positiva para nuestra sociedad.
Los programas registrados en el
Tribunal Electoral y los presentados a la población durante la campaña son
diferentes. Lo único que tienen en común es que fueron elaborados para
responder a encuestas de percepción y a urgencias de algunos sectores, pero no
a una visión estructural para los próximos 20 años.
Es hora que los servidores
públicos electos dejen de pensar en función de campaña y reproducción del
poder, y asuman la responsabilidad histórica de ser los constructores del
futuro. Estamos en un punto de inflexión muy importante y no hay lugar para el
aplazo.