sábado, 12 de septiembre de 2009

Del Estado de Derecho al Estado de Adormecimiento

Señalar características comunes de los gobiernos sudamericanos alineados con el denominado “Socialismo del siglo 21” podría conllevar el riesgo de ser acusado por sus adeptos de hablar solo por intereses políticos-partidarios o intereses económicos.

Sin embargo, cuando observamos el accionar coincidente de los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Argentina y Bolivia frente a la prensa, tenemos que decir con toda claridad que aquí no se trata de hacer opinión interesada sino de la constatación del abuso sobre el periodismo y los medios de comunicación.

En Venezuela el régimen de Chávez amenaza y cierra a una larga lista de medios, etiquetados como opositores. En Ecuador, Correa quiere establecer sus propios medios para contrarrestar lo que considera ataques de la prensa. En Argentina, el gobierno presiona al grupo Clarín no solo con ataques directos sino también con persecución fiscal. En la reciente campaña electoral, el candidato a diputado Néstor Kirchner reclamó “Qué te pasa Clarín, ¿Estás nervioso?”. Hoy se evidencia que el nervioso es el gobierno de su esposa, que acaba de proponer una nueva ley para controlar a los medios de comunicación.

Por cierto, en Bolivia la situación no es mejor. A la humillación pública de periodistas, al insulto (el Presidente del "Estado Plurinacional" les llamó “pollos de granja”), a la amenaza, a los atentados, hay que sumarle el ataque criminal con armas de fuego y la incautación de sus instrumentos de trabajo, coartando la labor informativa.

De manera genérica, el Estado de Derecho debería significar el sometimiento a la ley por parte de gobernantes y gobernados. En ese contexto, una de sus características es la plena vigencia del derecho a la libre expresión y a la información, por tanto si estos están siendo afectados se puede concluir que el Estado de Derecho no es tal.

En cualquier otro régimen, sea de izquierda o derecha, si desde las esferas del poder alguien hubiera osado afectar la labor periodística, la reacción vehemente de los hombres y mujeres de prensa no se hubiera dejado esperar.

Hoy observamos que las víctimas de los atropellos gubernamentales, después de recibir tibios apoyos declarativos, quedan solos. Las instituciones nacionales e internacionales de defensa de los derechos humanos parecieran sufrir un adormecimiento colectivo, que termina siendo un gesto complaciente con el poder.

En el caso de Bolivia hemos llegado al punto extremo que una reconocida periodista y ex Defensora del Pueblo, olvidando su trayectoria de lucha por los derechos humanos, no solo hace mutis por el foro, sino que convalida las acciones gubernamentales aceptado una candidatura parlamentaria, con el argumento que ella servirá de "puente" entre el gobierno y la oposición.

Es cierto que tiene el derecho de postularse con el partido político que mejor le parezca, sin embargo lo triste es su falta de consecuencia con la postura de toda su vida. Al final resulta que es "puente" entre la lucha por la democracia en los años 80 -de la que fue protagonista, y su violación en este régimen.

Definitivamente, el Estado de Derecho es vulnerado permanentemente y lo peor de todo es que como individuos, como instituciones y como sociedad estamos en un acrítico estado de adormecimiento general.

1 comentario:

Raúl Hurtado dijo...

Me parece que, como mencionas, a los periodistas le pasa lo mismo que lo que le pasa una buena parte de la población Boliviana, en especial en el oriente.

Por un lado, por algún motivo, vemos las arbitrariedades del gobierno como malas (repugnantes diríamos la mayoría), pero a la vez las vemos allá a lo lejos, como si fueran las noticias de otro país. Tal vez, escuchar de tanto abuso en Venezuela nos insensibilizó.

Por otro lado, esta actitud se ve reforzada por el hecho de que precisamente a la parte de Bolivia que le ofenden estas acciones del gobierno, es la parte de Bolivia que esta trabajando y ocupada en su quehacer del día a día. No es gente que tiene tiempo de reflexionar mucho en política ni que se diga salir a protestar a las calles.

Lastimosamente, como cultura Boliviana no hemos sido educados a defender principios sino a defender nuestra conveniencia personal. Muchas veces haciéndonos los de la vista gorda ante la violación de principios, si es que no nos afecta a nosotros, y también en otras oportunidades, ignorando los mismos principios si es que nos traerá algún beneficio a corto plazo (Ej. Paros Cívicos con bloque de calles).

El hecho es que la historias de horror ahora ya llegaron a casa y pronto, muchos de los que no tienen tiempo de reflexionar y protestar en defensa de principios y derechos de otros, tendrán mucho tiempo, pues el lazo del gobierno estará bien colocado y ahí si estaremos cantando con ganas el “apretadido”.

Por este mismo motivo es que el liderazgo del oriente no ha podido surgir, pues los políticos están quemados y los líderes cívicos son gente de trabajo con mucho que perder. Pero si como pueblo, lideres y seguidores, no “ponemos” nuestro patrimonio, vida y familia en juego, nos daremos cuenta demasiado tarde que siempre lo estuvieron.